martes, 22 de septiembre de 2009

Alma



He tenido el alma perdida, quizás no me di cuenta cuando la derroché y por eso nunca la supe buscar. Tuve el alma en un rincón olvidado de los domingos por la tarde resolviendo crucigramas de cinco palabras y esgrimiendo aburridos silencios. He agotado el sentimiento vendiendo caricias a precio de saldo y besos de alcobas multitudinarias. Y total, para sentirme lejos del alma que todo lo ordena. Pero pasó lo que tenía que pasar, sucedió que volvió a rendirme cuentas por la felicidad.

Hoy el alma esta conmigo sumergido en un sinfín de aventuras, llena de si misma hace que todo tenga un sentido real ante la indudable realidad que nos da un amor verdadero. Hoy el silencio es una canción de tequieros que llenan el universo de los presentes. Un alma con hermana que se recrea en las virtudes de sentirse acompañada, libre, viva, nueva. Hoy hay alma para amar, y en los amaneceres de cada segundo hay un momento para decirte, amada mía, que toda mi alma te quiere.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Brindis

QUE LOS PEORES MOMENTOS SEAN COMO ESTE.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Nefoné el Justo

En el antiguo reino de Diferinos El Cauto no hubo nunca un conflicto que llevara a ninguno de sus ciudadanos a tener disputa alguna con otro. Ni siquiera con los vecinos de otras poblaciones se recordaba enfrentamientos. Solo algunos niños jugaban de vez en vez a recrear alguna de las batallas del antiguo rey Camilio El Grande, que fue el fundador de aquel reino de paz. Juegos que con espadas de madera siempre terminaba con el perdón de los vencedores a los vencidos. Era un lugar como jamás existió donde con increíble concordia vivían nobles, campesinos, mercaderes, reyes y prostitutas. El secreto de la tranquilidad de aquel reino era que tenía el juez más querido del mundo conocido, Nefoné el Justo.

Nefoné, que aparte de ser el juez del reino también era padre de 17 hijos, tallador de plata y curandero, tenía una virtud que ningún otro habitante del reino poseía: tenia el oído más desarrollado de todo la comarca. Era capaz de oír una conversación a kilómetros de distancia, escuchar hasta los pasos de las hormigas subterráneas, e incluso, según cuentan, el sonido de una vela al apagarse. Aquel prodigio hacia que la vida de Nefoné estuviera llena de una amalgama de sonidos, pero también un problema ya que los sonidos que sobrepasaran cierto volumen le producía un agudo dolor.

Pero Nefoné era un juez justo por convicción ideologica pero tambien temido porque sabia todo lo que sus habitantes contaban, esto lo convertía en el más poderoso del reino, hasta el mismísimo Rey estaba bajo su ley, y si la ley tenía el poder de escuchar a todo sus habitantes, estos cuidaban el no gritar, y por lo tanto a comunicarse en voz baja. Y aunque en los primeros años la gente actuaba por miedo a ser escuchado hubo un cambio que mejoró la vida de todos los habitantes del reino. Nunca nadie elevó la voz sobre la otra, y todos, absolutamente todos susurraban sus cosas creando así una calidez en cada cosa que se decía y fomentaba que la gente se escuchara entre sí. Curiosamente, nunca nadie más discutió.