domingo, 3 de diciembre de 2006


Recuerdo algunas primeras veces menos complicadas que esta. Publicar pensamientos al mundo es algo que puede parecer interesante, siempre y cuando a alguien le interese lo que uno cuenta, pero también es una terapia recomendable para los que en silencio hablan mucho, y como toda terapia no es nada fácil.
¿Qué decir? ¿qué contar? ¿Qué explicaciones a que preguntas merece la pena intentar justificar?. Con estos inventos de publicación pública de pedacitos de uno mismo para cualquier lector, uno puede caer en el espanto de creerse un sabio o, por lo contrario, publicar su mayor estupidez. “Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano” (
Johann Wolfgang Goethe ). ¿Y será bueno publicarse a si mismo? Esta claro que tiene el beneficio de conocerse mejor, siempre y cuando se plantee esto con la mayor de las sinceridades, pero ¿y si descubres lo peor de ti y empiezas a mentir por el hecho de verte bien ante los demás, a inventar el mundo que te rodea para no sentirte solo, a imaginar que solo existe lo que esta en la pantalla?. Puede ser una obsesión más a añadir. Puede ser la paranoia más enfermiza de los últimos tiempos. Ser lo que somos y ser lo que escribimos. La capacidad de la bipolaridad sin tener que enfrentarse a unos ojos que te escuchan. ¿Es eso lo que es un blog?
Sea lo que sea me enfrento al reto. Voy a publicar de adentro a fuera lo que veo, pienso y descubro. Y a ti, a quien puedo decir esto (seas quien seas) te pido que me ayudes en esta terapia tan particular y a la vez compartida, prestándome tus ojos y tus palabras, tus comentarios y sabidurías, porque tener las tienes, como yo, como cualquier ser humano y compartir es salud para el corazón.
Esto será solo el principio o no.


André Bretón Primer Manifiesto Surrealista (fragmento)

"Ordenen que les traigan con qué escribir, después de situarse en un lugar que sea lo más propicio posible a la concentración de su espíritu, al repliegue de su espíritu sobre sí mismo. Entren en el estado más pasivo, o receptivo, de que sean capaces. Prescindan de su genio, de su talento, y del genio y el talento de los demás. Digan hasta empaparse que la literatura es uno de los más tristes caminos que llevan a todas partes. Escriban de prisa, sin tema preconcebido, escriban lo suficientemente de prisa para no poder refrenarse, y para no tener la tentación de leer lo escrito. La primera frase se les ocurrirá por sí misma, ya que en cada segundo que pasa hay una frase, extraña a nuestro pensamiento conciente, que desea exteriorizarse. "

1 comentario:

fran chinea dijo...

Yo entré en aquel bar, casi sin querer, acojonado, me habían escuchado en mi primer recital (canté como 30 canciones en la universidad, yo pensaba que 30 era lo normal) y al terminar me dijeron que pasara por allí un lunes y tocaba algo, y yo fui, con mi guitarra acustica(no se enchufaba), entonces estaba tocando un tipo, grande, con gafas, la guitarra parecía diminuta en medio de todo él, había mucha gente, y me paré a escuchar lo que sonaba, me resultó demasiado complejo para mi, yo que llegaba con mis cuatro acordes pelados, rasgueados con púa, y este trovador tocaba un acorde diferente cada segundo, acordes que jamás había escuchado, y cantaba todavía más rapido encima de eso, casi un rap-dije al llegar a casa, pero aquello no era rap ni era nada, aquello era Alberto de paz, esa música que no sé a quien se la habrá escuchado, que suena a diferente, un montón de música escuchada que tendríamos que nacer de nuevo para entenderlo. Probablemente esos temas me los sepa ahora al dedillo, pero nunca logro a alcanzar la identidad de lo que toco aquella noche. Me fui al final del bar, donde el ya descansaba, apoyado en una barrita, no sé que le dije, si sé lo que dijo él: toca con mi guitarra si quieres. Y toqué.

(no sé si tiene algún tipo de interés la historia para el respetable, para mi si, otro día comento que pasó después)