martes, 21 de agosto de 2007

Quijote urbano


Al Quijote de Carabanchel le importaba una mierda lo que dijeran de él. Cuando recorría el barrio con su Derbi Variant negra, trucada hasta la llanta, con sus camisetas de Iron Maiden y su casco con unas alas pintadas a Tipex, erguía el cuello de tal manera que a nadie le era indiferente. Se burlaban con tanto argumento que rápido entendí el porque de su sobrenombre. Era un caballero a moto con un exagerada gallardía motoresca y a su vez un pobre diablo con alguna neurosis confundida.

Un día, según cuenta la leyenda urbana, mientras regresaba de Getafe de pillarle a su primo su dosis semanal de hachis encontró en su camino un campo lleno de grúas de construcción custodiando unos bloques inertes, parecían gigantes salvaguardando templos vacíos, o eso quise entender (tengo que mitificar y argumentar esta historia). Quizás fuera la poca luz del ocaso o la visión condicionada por la visita a su primo pero nadie entendió, en un principio, el porque el Quijote de Carabanchel estrelló su moto, su casco y su camisa contra la base de una de las aquellas grúas.

Varios meses después, cuando salió del hospital, sus conocidos del barrio le preguntaban por su salud y él, dolorido por las operaciones, comentaba:
Estaría mucho mejor si hubiera utilizado mi escudo y mi lanza,....

1 comentario:

síl dijo...

vaya, menos mal que no te gustaba internet, a tí! precioso texto...
te seguiré la pista, sr. paz
besos