jueves, 2 de diciembre de 2010
Despedida y cierre.
Es momento de cambios. Los círculos que empiezan han de cerrarse para poder comenzar a dar giros de nuevo. Este espacio para mi memoria universal que es este blog hará perdurar lo escrito, lo pensado, lo vivido y es mi intención vital dejar algún tipo de huella en el mundo y aquí se queda estos Momentos de Paz.
Lo escrito en este blog corresponde a mi etapa en Madrid de 2006 al 2010, y la pretensión inicial de estas líneas era practicar formas de expresión. Que fuera público me obligaba a tomarme la obligación de permanecer, de mantenerlo, y sobre todo intentar hacerlo lo mejor posible cada vez y mejorar. No sé si conseguí lo que buscaba pero me ha encantado, me ha ayudado.
En estos posts hay ensoñaciones y recuerdos de momentos, amores, disgustos, sueños, vivencias. Escrito con honestidad, que no con sinceridad, y sobre todo con el alma en las teclas. A quien amé, lo que amé, lo que odié, lo que inventé durante un tiempo de revoluciones constantes en una ciudad que siempre fue una inspiración para crecer, un reto de vida, y que sin duda es mi casa.
Pero hoy en día mi lugar es otro, Berlín. Este cambio dará nuevas formas y maneras de entender la vida y por lo tanto creo que es necesario saber poner un punto y aparte y comenzar algo nuevo. Estos “Momentos de Paz” termina aquí, ha llegado el momento de que tenga un final que junto a tener un principio lo convierte en algo que ya está hecho.
martes, 20 de abril de 2010
Revoluciones
Hoy que corren los tiempos que parece que vuelan, hoy que sin pasar muchos años añoramos, poco tiempo atrás, tiempos bastantes distintos, hoy que la razón ingenua y liberadora es un articulo de lujo, hoy, sumido en esas añoranzas, extraño Las Revoluciones. Revoluciones e ideas nuevas, triunfadoras, que muevan de verdad la Verdad de las cosas. ¿Ya no hay razones para gritar Libertad?
Quizás hayamos entendido mal el concepto Libertad y creímos equívocamente que ya las revoluciones no son necesarias. Nos acomodamos en la ley del mínimo esfuerzo, presos de nuestro propio ombligo, jactándonos de nuestro poder colectivo, anestesiados en la comodidad y dejando el ciclo de nuestro desarrollo en manos de la tecnología, del poder, del dinero. ¿Es real lo que somos o nos marcan los pasos? ¿Quién se revela y puede, en una revolución lógica, creerse capaz de tener una voz que diga ‘ya está’?.
“no, no,.. pero es que Obama es un revolucionario”... y fue elegido como tal porque en el inconsciente, lo necesitamos, necesitamos creer en los cambios. Pero... ¿producto capitalista o Mesías made in? no sé, creo que me refiero a otra cosa.
En una sociedad donde la explosión de un volcán, como ejemplo de actualidad, nos haga temer más las perdidas “en plena crisis” que produce el no poder volar y no en lo insignificante que somos ante el poder del Todo, me pronuncio: nos hace falta un cambio, una Revolución.
Y es que hoy, que los tiempos son tan raros que las manifestaciones son grupos de facebook, que los amigos teclean en sus casas ‘bs” “abzs” “q ganas de vernos”, hoy que creamos ídolos de pantalla y miedos de oídas, hoy que las religiones no saben ni cómo explicarse a sí mismas, que la política ‘económica y social’ es económica sin más, hoy que la anti-moda esta de moda marcando tendencia, hoy que la soledad está en la multitud y en el saldo de nuestro móvil. Hoy, en serio, ¿no nos hará falta una Revolución?
Fotografía: Javier Vallas (www.javiervallas.es)
sábado, 17 de abril de 2010
Te miro
Cuando te miro pienso y..., mas bien siento que todo tiene un sentido. El Amor es algo real, tan real como tu imagen retenida en mi retina, como el aire que compartimos en este instante. El aire es nuestro. Te miro y siento, el mundo en este mismo instante somos nosotros dos mirándonos en medio de la coquetería de quién en su intimidad sabe advertirse “miro dentro de ti”. Te miro, te observo, te admiro, asombras mi suspiro, callo y ya no te miro con los ojos, te miro con todo. Hay atisbos que son suspiros, hay miradas que son el aire.
No encuentro nada físico en nuestra mirada, hablamos de algo, dialogamos de amor en un silencio sonoro de certezas nuestras. No hay mejor sonido en este instante que un suspiro, suspiro que con solo mirarte replican nuestros Te quiero. Inspiramos juntos, suspiramos juntos, nos miramos a la vez, estamos hechos de amor.
Te miro y no pienso, escribo lo que siento.
Te miro y vuelo hasta tu boca para sentir lo que escribo.
Te miro y estás en mi.
Te miro y estás.
Te miro.
Te amo.
martes, 2 de febrero de 2010
Echando de menos
He dividido el corazón en pedacitos de cariños, por los que están, por los que no veo, por los que sé que nunca veré. Este corazón que ama a destajo sin miramientos de honores ni favores no puede sacrificarse en deseos pendientes o sueños arrojados a la suerte. Este corazón es mío y se me sale por los ojos, este corazón es vuestro y me brota en cada palabra.
Os resumo, hoy que no es día inteligente, que desearía recorrer los pasos vividos para darle otro abrazo a cada persona que por mi vida pasó y dejó gotas de su esencia. Quisiera, si pudiese, decirles, recordarles que no los olvido aunque de lejos parezca que camino de espaldas, por que si de algo me acuerdo cada día que me analizo es que soy parte de lo que viví. Y justo he vivido lo que muchos habéis contemplado. Justo he vivido allí donde todos habéis participado.
domingo, 31 de enero de 2010
miércoles, 27 de enero de 2010
Calle Flores
Todo lo que aconteció en aquella cálida noche de junio en la calle Flores, juro solemnemente que no fue fruto de mi imaginación siempre voladora. La realidad superó la mejor de las novelas de amor.
Ella revoloteaba en su paseo con un suspiro de flores en la presilla de su vestido marfil, pamela blanca y sandalias de color café. Él presumía galante su nueva chaqueta de cachemira y caminaba a ritmo de piano de cine mudo. Resoplaba elegancia de conde y andares de gánster. En el escaparate de sombreros de la India, iluminado por farolillos de papel, tropezaron la mirada candil de ella y el fuego cálido de sus intenciones de seductor. La noche era quieta, el silencio era testigo, los corazones era un bullicio. Yo estaba sentado encendiendo un humo de misterio apoyado en la farola de la otra acera.
Él la rodeaba con el descaro del pavo real e insinuó un piropo castizo y estudiado. Ella publico en la noche la alegría de una sonrisa seductora y burlona. Valiente como un torero en Las Ventas insistió en acompañarla. Ella no declinó, pero la distancia fue controlada en cada momento. No era una dama, pero quien no juega a serlo en estos tiempos. Anduvieron, calle arriba y luego calle abajo. Calle arriba y calle abajo. Él le contó viajes, aventuras, sueños. Ella se sentía interesada. Y así, durante las primaverales horas de aquella tarde de junio, dos bailarines de calle se cortejaron hasta el amor.
Y fue como a la hora y media, o quizás más, cuando el caballero de cachemira, locura en boca, se arrodilló y le pidió algo que yo no pude oír con claridad. Ella, asombrada y llevándose un par de dedos a la boca en un ademán de sorpresa y timidez, suplico al caballero que volviera en pie. Él insistió hincando ahora su dos rodillas en suelo y suplicando de ella un tesoro. Entendí por el estupor de la dama, que era un beso lo que su pretendido requería. Y fue cuando pasó, un gesto que recordará para sí cada poema de amor que pueda leer en la vida. La señorita quitó su guante de la mano, de su bolso mínimo cogió un pañuelo blanco, lo recuerdo a la perfección, y sin oscilar deslizó el pañuelo con una dulzura de plumas por su cuello, su boca y su corazón. Lo dejó caer en la mano de su caballero y voló calle Flores abajo.
Él levanto, colocó a la perfección su sombrero y bailó, bailó, bailó calle Flores arriba. Yo apagaba mi cigarro.
miércoles, 20 de enero de 2010
Me excito, te amo
Alma mía, te andaba soñando. En esta interminable sensibilidad de esta noche de humo y vino, aquí sentado mirando los recuerdos como si estuvieran en el techo, con un respirar lento y suave de la nostalgia, te ando soñando. Este particular mundo gobernado por cerebro, corazón y sexo se alinean sensitivamente a tu imagen sobre mi, a tu labio sobre mi, a tu gobierno sobre mi. Y te convierto en emoción, tan real como el apetito, y te observo en miles de flashes de la memoria, como una imagen perenne. Me excito, te amo.
Alma mía, mi espalda renueva su energía con un entusiasmo especial y con mi pecho, mis piernas, mi alma, mi cabeza, mi mano, mi sexo. Te adoro, y desde una emoción casi religiosa, te rezo rozando el epicentro del calor. Hay olores a ti, hay olores a mí. Hay imágenes de ojos cerrados que se mezclan con imágenes de mí en ti, y sin tenerte te estoy tocando hasta el alma. Me excito, te amo.
El ritmo de mi corazón aumenta junto con mi extremidad convertida en ti. Hay un silencio de suspiros que desde mi interior, es el silencio esquilmado que precede a la explosión. Mi cuerpo parece dominado por algo irreal pero a la vez tan mío. Aumenta el aire, jadea hasta el tiempo, tu sigues amándome en imágenes eternas, ahora con mayor velocidad, y todo comienza a ser borroso, indefinido. No importa. Comienza el vuelo. Me retuerzo en mí, me fracturo, me emociono, me alcanzo, ¿dónde está el aire?, me exploto, me resisto, me excito, te amo. Me excito, te amo.
Me quedo en la serena respiración de una dulce melancolía. Hay una soledad dividida entre mi cuerpo y mi mente, como si fuéramos dos siendo uno. Te evoco en un solo suspiro. Te recuerdo y me veo cómico, aquí haciéndome el amor acosta de tus sentidos. Y aun abatido me éxito, aun sin tenerte aquí, te amo.
viernes, 15 de enero de 2010
Imagen
Tú, si tú, el de la foto. Tienes una forma algo extraña de creer que te miro. Si acaso, te observo con ojos estudiantes y pensamiento abierto, pero nada más. Me parece enormemente curioso observarte, yo que creo que te sé y te reconozco. Claro, hay algo que es indiscutible: no conoces de tu intimidad, ni de tu interior, ni un tanto como te sé yo. Eres solo pantalla, una especie de ente en 2D que no sabes qué puedes decir a quien te observa.
Si la vanidad es femenina y el egocentrismo masculino puedo llegar a pensar que te debates entre yines y yanes como te disputas entre permanecer inmóvil o agitarte. Eres sorprendentemente parecido a mí, quizás por eso hasta te escribo. No busco criticarte, sé que sabes quién eres y qué te sabes reinventar al igual que el viento suele cambiar su sentido, su forma y su temperatura. Eres más ágil de lo que pareces ahí hecho estatua de flash y píxeles.
Pero me planteas muchas preguntas que yo invento y no me ocupo en contestar. Por eso te extrañará creer que te miro, pero es que yo no puedo mirarte ni intuir como eres o debes ser porque conozco lo que no te veo ahora... quién eres exactamente. Por eso esa sorpresa tan extraña que es verte y conocerse de nuevo con la certeza de que también Tú eres Yo, sin saber a ciencia cierta si te me pareces.
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