lunes, 23 de junio de 2008
Al grado
Qué calor más cansino, qué aburrimiento de sombras, qué ganas de tener un desnudo de mar. Ese sentirse como un bacalao al pil-pil dentro de una cazuela de edificios, ese pensar de cerebro derretido, y un olor constante a cenicero lleno desde hace días. El aire que bendecíamos en mayo hoy lo recordamos ahogados. Parecemos gambas horneándose a una temperatura media de treinta y pico grados y subiendo, sudando nuestro sabor (que por cierto repugnamos ya por como huele,... nunca entenderé a los caníbales) y piensas que serás el plato preferido en alguna cena, cena que no llega en 3 meses. Así llegamos de tristes y melancólicos al otoño, quemados y oscuros...
Vale, me paso... es una exageración,... pero es que tengo la cabeza en dilatación (esta vez por causas naturales)
Juro que cada día del año, por una razón u otra, el mar llega a mis recuerdos. Es normal, nací en una isla que es un anfiteatro al mar pero en días como este no es una cuestión de echar de menos, es una cuestión de saber que eres parte de él, como el bacalao, como la gamba. Y el mar que es una inmensidad, bellísimo, grandioso, hoy mas que nunca se añora y te asas de ganas echarle un pedazo de amor de no olvidar y luego, después de sentirme mojado, desnudo, fresco, fumarse la calma de después, con esa sensación en el cuerpo, esa que viene después de mojarse, esa de sentirse vivo.
Pero bueno, gracias a que los humanos nos gusta solucionarnos cada papeleta e inventamos formas de pasar esto de la mejor forma posible, y no solo de la mejor forma sino de la forma que nos gusta de verdad y nos hace engancharnos a estos calores del pre-infierno. Por eso aprovecho estas líneas para levantar mi mano (la verdad sin ser ni apologista ni cristiano)... ¡¡Qué Dios bendiga la cerveza!!
En fin,...
¡Salud¡
domingo, 22 de junio de 2008
miércoles, 18 de junio de 2008
Naufragio
Descampada la tormenta, uno de los pocos supervivientes del Esperanza, tiritaba consumido por el frío hiriente de las noches de pleamar atlántica. Su ropa empapada y sus cuatro horas de tormentoso naufragio agudizaba sin piedad la piel, su cabeza, sus pensamientos. Cadáveres hinchados y morados, silenciados de expiración, chocaban con la popa del bote salvavidas dando a la oscuridad sonidos amargados. La impotencia dolía a los vivos, el frío a los muertos.
De repente, de la nada, de la oscuridad, un susurro intermitente rompió en la noche. Un quejido moribundo, casi animal rogaba por aliento en la oscuridad. El cuerpo de un hombre abatido y vestido con medio frac se revolvía sobre un trozo de tablón que flotaba a duras penas, sorteando olas irregulares vacilando su hundimiento. A la balsa improvisada el hombre sujetaba su vida con la mano izquierda y en la derecha un trozo de papel arrugado, al que incluso apretaba más. Los supervivientes de la balsa, con las fuerzas al mínimo pudieron acercarse al moribundo naufragado. Al alcanzarle la mano salvadora de bote salvavidas, el débil capitan de aquella tabla solo acierta, con las fuerzas justas, a entregar el trozo de papel con un manuscrito.
Y sin alma ni corazón, aquel hombre con un último suspiro se hundió sobre el tablón y la deriva.
La noche impedía ver con claridad la nota que había dejado aquella alma ahogada. Pero a la débil luz que dejaba la hermosa luna de aquella noche terrífica pudieron revelar las palabras del naufragado.
“Vida,
así en el cielo como en tus labios,
santificado sea cada momento que te debo.
Soñando espero el calor que interrumpimos,
dejarnos llevar mientras remontamos el vuelo.
Te quiero .”
-¿No esta firmado? – reaccionó una señora mayor que tiritaba bajo un manta. Algunos se extrañaron de la pregunta en tan dantesco lugar.
- No – contestó el lector, que no dudo guardar la nota.
Quizás hubo dos amantes que esta noche se han perdido por los juegos fatales del azar y el albedrío, pero siempre queda el bello gesto de dejar fe de que existió su amor. Para eso solo queda una posibilidad: intentar convertirla en Belleza, en Arte, en palabras que perduren.
Imagen: El Naufragio de "La Esperanza" Entre los Hielos. 1824 Caspar David Friedrich
miércoles, 11 de junio de 2008
Diario de la Revolución Emocional
Día 1: La convicción
Nada se conquista si no se cree en ello. Más que un eslogan para autoafirmarse, es lo que hay. Hay que emocionarse, sentir, llorar, conectarse con el mundo, con la vida, con los sentimientos. Hay que estar vivo en vida, ser la piel que nos viste cada día y razonar, razonar con locura.
Día 2: La organización
Hacer acopio de momentos bueno, pero no en forma de recuerdos del pasado, sino como actitud para organizarse mañana. Enamorarse a lo tonto, o como un tonto, de un amanecer de luz, llorar de alegría y aprender de las desgracias, reírse aunque no se sepa muy bien el porqué. La misión es saber con exactitud donde se despiertan nuestras emociones.
Día 4: La batalla.
Encontrados con los miedos nos aferramos a la lucha sin cuartel. El miedo a la soledad de la libertad, a perder lo acumulado, a conseguir lo soñado, a ser cobarde, a la rendición. No existe tregua y acumulamos pérdidas irremplazables, aunque la pérdida más sangrienta es la del Tiempo que es el tesoro que nos espera al final de la Revolución.
¡Podemos vencer, lucha o muerte!
Día 7: El encuentro
La cruzada continua con pequeñas victorias, con virulentas derrotas. Posicionadas todas las tropas acechando al enemigo, hemos encontrado manuales bélicos antiguos y soldados esqueletos de legendarias batallas. Nuestros estrategas se habían olvidado de la memoria, la historia, las viejas ofensivas. En los manuales hallados una recomendación: Paciencia.
Día 10: La paciencia
Lo importante de nuestra Revolución no es la victoria sobre los Miedos, sino combatirlos con sabiduría una veces y con rotundidad en otras, pero siempre posicionando nuestras batallones para no perder las posiciones ganadas.
La guerra continúa y así será hasta el fin de los días. Lo importante no es ganar, es no perder la capacidad de luchar.
[Continuara…]
Nada se conquista si no se cree en ello. Más que un eslogan para autoafirmarse, es lo que hay. Hay que emocionarse, sentir, llorar, conectarse con el mundo, con la vida, con los sentimientos. Hay que estar vivo en vida, ser la piel que nos viste cada día y razonar, razonar con locura.
Día 2: La organización
Hacer acopio de momentos bueno, pero no en forma de recuerdos del pasado, sino como actitud para organizarse mañana. Enamorarse a lo tonto, o como un tonto, de un amanecer de luz, llorar de alegría y aprender de las desgracias, reírse aunque no se sepa muy bien el porqué. La misión es saber con exactitud donde se despiertan nuestras emociones.
Día 4: La batalla.
Encontrados con los miedos nos aferramos a la lucha sin cuartel. El miedo a la soledad de la libertad, a perder lo acumulado, a conseguir lo soñado, a ser cobarde, a la rendición. No existe tregua y acumulamos pérdidas irremplazables, aunque la pérdida más sangrienta es la del Tiempo que es el tesoro que nos espera al final de la Revolución.
¡Podemos vencer, lucha o muerte!
Día 7: El encuentro
La cruzada continua con pequeñas victorias, con virulentas derrotas. Posicionadas todas las tropas acechando al enemigo, hemos encontrado manuales bélicos antiguos y soldados esqueletos de legendarias batallas. Nuestros estrategas se habían olvidado de la memoria, la historia, las viejas ofensivas. En los manuales hallados una recomendación: Paciencia.
Día 10: La paciencia
Lo importante de nuestra Revolución no es la victoria sobre los Miedos, sino combatirlos con sabiduría una veces y con rotundidad en otras, pero siempre posicionando nuestras batallones para no perder las posiciones ganadas.
La guerra continúa y así será hasta el fin de los días. Lo importante no es ganar, es no perder la capacidad de luchar.
[Continuara…]
Sra. y Sr. Doofmayer
La noche que se enamoró de su marido, la encantadora y tierna Sra. Doofmayer, no advirtió de forma alguna el desencuentro entre dos botones y dos ojales de su camisa de gasa estampada que mostraba, sin remedio y en aquella importante cita, el escote colegiado y saludable que condensaba en su sostén de encaje beige . Descuido y nervios lo justifica ella, arma magistral de seducción lo reconoce el inmenso Sr. Doofmayer. Esa pequeña anécdota de aquel día, sin duda emocionante, es una de esas historietas que se recuerdan de vez en vez, como cuaderno de sus costumbres, en los últimos 58 años de matrimonio.
58 años. Ya ves tú.
Lo verdaderamente hermoso y encantador de los adorables Sr, y Sra. Doofmayer es que aún hoy Ella se sonroja y Él la mira lleno de deseo.
jueves, 5 de junio de 2008
Colores
¡Qué día tan bonito…, relindo incluso!¡
Los colores, nacidos de la mismísima luz, estallan hoy de forma y manera festiva. La ciudad me recuerda a una tienda de golosinas enorme, quizás sin muchas dulzuras pero sí repleta de tonos primavera. Y es que también ha llovido sobre mojado limpiando el aire de los mundanales desperdicios de la marabunta humana. Y al fin “Aire”. A los árboles se les ha quitado por un momento la nostalgia por estar en una pradera, y van derrochando vida, derramando oxigeno, dibujando gamas de verdes en fondo azul cielo y por un momento disfrutan de respirar. Son días de vivir, son días de sonrisa natural amplificada.
Es en la calle donde todo parece tener sentido; El stress medita, los vagos se echan a correr, vende recitando el tendero de la esquina, los curas pecan de mirar escotes, las mujeres emulan a las flores y desnudan hombros, cuellos, brazos envueltas en color, los hombres imaginan piropos y los perros se huelen el bajorabo con más intensión. Hay tantos detalles como colores. Hay cientos de colores invadiendo cada sentido.
Hoy si se reciben los ‘Buenos días’ con lógica y en cada lugar porque el día parece “día” y la noche invita buscar mañanas. Me siento feliz, me siento tranquilo, me siento lleno.
¡Ay primavera de la luz, gracias por pasarte cada año a recordar que vivir es disfrutar de la virtud de estar vivo!
miércoles, 4 de junio de 2008
Volver
Tengo miedo el encuentro con el pasado
que vuelve a enfrentarse con mi vida,
tengo miedo de las noches que pobladas
de recuerdos encadenan mi soñar,
pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar,
y aunque el olvido que todo destruye
haya matado mi vieja ilusión
queda escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón.
Volver con la frente marchita
las nieves del tiempo, platearon mi sien
sentir que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada
que febril la mirada
errante en la sombra te busca y te nombra
Vivir,con el alma aferrada
a un dulce recuerdo que lloro otra vez.
Letra: Carlos Gardel/Alfredo Lepera
Imagen: "La persistencia de la memoria" Salvador Dalí
lunes, 2 de junio de 2008
Niego que afirma
Me niego a denegarte tu sitio entre mis sueños.
Me afirmo en la idea de que no existe futuros escritos, pero si intencionados.
Me niego a agachar mi cabeza por debajo de mi corazón racional.
Me afirmo en mis afirmaciones que es lo mismo que afirmarme en mi.
Me niego a convencer a nadie de que firme mis afirmaciones.
Afirmo que nunca miento ¡si siempre digo lo mismo!
Niego, e incluso reniego, a firmar la verdad de nadie. Mas ni siquiera es la verdad lo que busco.
Afirmo que me sorprende que me niegues.
Niego creer que todo ha sido por la verdad o por la mentira. Eso si importa, pero no mata.
Pero, verdaderamente, el problema lo sé…
y me afirmo si digo que nunca lo niego:
“nunca tuve capacidad de afirmar.”
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