jueves, 3 de julio de 2008
Velas
Hay sentimientos que son como velas encendidas, a veces a fuego vivo otras con una llama suave. Cirios que se derriten al ardor de nuestros deseos, que se apagan si dejamos ventanas demasiado abiertas, que dan la luz a lo oscuro, que dan calor a las esperanzas.
Pero la esperma de cada vela se consume tan rápidamente, con la misma proporcion que la llama que contiene, y ya cuando sientes que la cera se agota consumida de tan inútil cosa, vas entendiendo lo dificil que es encontrar en alguien el combustible que se precisa y comienzas a ahorrar. Ahorrar los besos, ahorrar los deseos, ahorrar las decepciones, ahorrar en palabras, ahorrar en actos y, sobre todo, ahorrar lo que más importa: ahorrar Tiempo. Y cada vela se va quedando en pequeños fuerguecitos, casi un destello, y cada vez más frío, y cada vez menos luz, y se va agotando hasta el calor.
Pero toda vela conserva siempre pequeñas chispas que ante un poco de gas abierto hacen una combustión que igual explota como arde, como quema, y en el peor de los casos chamusca. Y te das cuenta que lo malo de todo, habiendo viviendo tantos incendios, es que se deja de confiar en que existan los grandes corazones inflamables.
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